19 de julio de 2009

3 de julio de 2009

El caso de Shinichi Fujimura, con las manos en el fosil


Con las manos en el fósil.

Al japonés Shinichi Fujimura, director del Instituto Paleolítico Tohoku, en Japón, le llamaban “mano de Dios” por su inmensa suerte en las excavaciones arqueológicas. Donde ponía el ojo sacaba el fósil. O más bien lo ponía también. Al prestigioso arqueólogo, que había excavado en 180 yacimientos paleolíticos en la isla, le grabaron el 22 de octubre de 2000 a las seis de la mañana unos reporteros del diario Mainichi Shimbun mientras plantaba en su yacimiento los fósiles que horas después descubriría. Fujimura confesó haber falsificado sólo parte de los hallazgos, pero pronto reveló su trabajo en 42 yacimientos. A pesar de que exculpó a sus colaboradores, uno de ellos –Mitsuo Kagawa, de 78 años– se suicidó tras haber sido considerado cómplice por una revista.Las preguntas son obvias. Fujimura llevaba dos décadas cultivando fósiles. ¿Cómo no se dio cuenta nadie? Si alguien lo hizo no quiso dudar del ídolo cuyos hallazgos incrementaban en decenas de miles de años la antigüedad de la cultura japonesa. Antes de Fujimura, la presencia humana en la isla se databa en 30.000 años; en cambio, él llegó a encontrar herramientas de hace 600.000 años, la época del Homo erectus, y eran por cierto utensilios mucho más sofisticados que los hallados en otros lugares para esta especie.

Tras este caso, no sólo Fujimura –que ingresó en un hospital psiquiátrico– se ha desacreditado; la comunidad internacional duda ahora de toda la arqueología japonesa y sus métodos.






 
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